En los últimos años, el cumplimiento normativo ha pasado de ser un concepto jurídico a convertirse en una práctica esencial para cualquier organización que aspire a ser ética, transparente y sostenible. Dentro de este sistema, la comisión instructora ocupa un papel fundamental: es el órgano encargado de investigar posibles incumplimientos y garantizar que las actuaciones internas se gestionen con rigor, imparcialidad y respeto a la legalidad.
¿Por qué es necesaria una comisión instructora?
La entrada en vigor de normativas como la Ley 2/2023, de 20 de febrero, que regula la protección de las personas que informan sobre infracciones normativas y lucha contra la corrupción, ha obligado a las empresas a profesionalizar sus mecanismos de investigación interna.
Ya no basta con disponer de un canal de denuncias o un código ético: es necesario contar con un equipo especializado que pueda analizar cada caso con objetividad y asegurar una respuesta adecuada. Esa es, precisamente, la función de la comisión instructora.
Su creación no solo responde a un mandato legal, sino que también refuerza la cultura corporativa. Tener un órgano independiente que evalúe los hechos y proponga medidas correctivas demuestra que la empresa no tolera irregularidades y actúa de manera responsable frente a cualquier indicio de incumplimiento.
Funciones principales de la comisión instructora
Una comisión instructora bien configurada cumple con varias tareas esenciales dentro del sistema de cumplimiento:
En definitiva, este órgano se convierte en el enlace operativo entre la detección de posibles irregularidades y la toma de decisiones por parte de la dirección o el comité de compliance.
Buenas prácticas para su funcionamiento
Errores que conviene evitar
Aunque la creación de una comisión instructora es un avance, muchas empresas cometen errores que restan eficacia al sistema:
Evitar estos fallos es esencial para que la comisión no se convierta en una figura meramente simbólica.
Ventajas para la organización
Contar con una comisión instructora sólida aporta múltiples beneficios:
En conclusión
La comisión instructora no es un mero requisito legal, sino una herramienta que refuerza la gobernanza y la ética empresarial. Bien diseñada, con personal formado y procedimientos claros, se convierte en un garante de la transparencia interna y un pilar de cualquier programa de cumplimiento.
Integrarla de forma efectiva con los demás mecanismos de control —como el canal de denuncias o el código ético— permite que la empresa no solo cumpla con la ley, sino que avance hacia un modelo de gestión responsable, coherente y sostenible.
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